Seis seres humanos, cinco de ellos costarricenses y a todas luces ajenos a una cita fatal, fueron asesinados el domingo con saña en Llano Bonito de Brunka, en Buenos Aires de Puntarenas.
Asistimos pues a una semana de duelo por la violencia delincuencial que se ensaña contra inocentes. Y no podemos de ningún modo soslayar la reflexión acerca de temas que resultan tanto sustantivos como -desgraciadamente- inevitables en todo conglomerado social.
Como sucede en cada homicidio hay una historia detrás. Por ahora respecto de este asesinato múltiple, no se sabe mucho y las autoridades guardan con celoso y comprensible hermetismo los pormenores de la investigación, con el propósito de dar cuanto antes con los responsables del macabro hecho.
Pero algunos elementos sí que se conocen. Se sabe que el estadounidense Stephen Paul Sandusky (61) que era tico por decisión porque tenía al menos dos décadas de vivir en el país, se quejaba de que a menudo le robaban sus pertenencias. Se sabe también que estaba vendiendo su propiedad de 104 hectáreas en casi 1,200 millones de colones y se sabe que tenía una maquinaria descompuesta y llamó al mecánico César Mauricio Quesada Cascante ese domingo fatídico para que se la reparara.
Quesada se hizo acompañar por su hijo, el también mecánico Daniel Mauricio de tan solo 20 años y su mamá Claudia Alina Villarevia (41) y como se trataba, creían ellos, de aprovechar la faena para dar un paseo, llevaron también a sus amigos Susan Anyelic Zúñiga (40) y Willy Alfredo Borbón (38).
La muerte los encontró a todos en la propiedad de Sandusky en circunstancias que se indagan porque a decir de expertos en el tema, el ensañamiento en los asesinados no pareciera explicarse en un simple intento de robo.
Más allá del móvil, lo cierto es que la violencia es cada vez mayor en la acción delincuencial. Lo es desde hace mucho tiempo y debemos hablar en voz alta de esto para actuar como sociedad y procurar los correctivos necesarios, en la política pública y en la acción comunitaria.
El ministro de Seguridad Pública, Michael Soto, con vasta experiencia en la materia, nos ayuda a abrir el lente y reflexionar sobre este doloroso hecho de violencia extrema.