Mucho del paisaje político actual tiene que ver con la irrupción del PAC hace 20 años, de sus cinco campañas, de la tercera vía que representó y de los dos gobiernos que acumula ya. Luego vienen muchos otros factores, como la postergación de soluciones complejas, la transformación del electorado (o los electorados) y la detonación de circunstancias que crecían en silencio.
Para muchos, el PAC fue un cambio inútil, un no-cambio o incluso un cambio indebido. Para otros, el PAC fue solo el partido al que llegó la papa caliente y para otros, una transición del sistema político hacia algo que aún no alcanzamos a dibujar con precisión. Otros, seguro que la minoría, ven que el PAC hizo en esta administración un esfuerzo por "hacer que la democracia funcione" materializándose en decisiones que ciertamente no reciben el agrado popular.
Esto último es lo que dice Ottón Solís, el nombre asociado al PAC durante toda su historia hasta ahora, después del frustrado nombramiento ante la OCDE que, sin embargo, no lo inhibe de halagar lo que considera un punto alto de este gobierno: no renunciar a maniobrar en los cauces de la democracia (la realidad política) para proponer algo tan inusual como dos reformas fiscales en un mismo cuatrienio.
El fundador y referente del partido rechaza entonces que la administración Alvarado, a siete meses de su despedida, contenga el neoliberalismo o la traición que le atribuye el sector del PAC representado en buena medida por su candidato presidencial, Welmer Ramos, a quien hasta hace un tiempo los periodistas llamábamos "ottonista". Pocas piezas calzan en el oficialismo y el entorno lo mira atento. Con Ottón Solís conversamos en Hablando Claro.