Por Jaime Ordónez
Por otra parte, para un niño de 6 o 7 años era sorprendente en esa década del 60 ver a un nombre negro sintiéndose superior a los blancos y, ademas, diciéndoselos en la cara. Intuía que estaba haciendo algo distinto y muy importante...
Después entendí, ya de adolescente, que Alí estaba haciendo una revolución cultural, trasgrediendo códigos. Quizá tan influyente en la lucha por la igualdad racial como Martin Luther King, y no lo digo en broma. En el cénit de su carrera—justo cuando pudo haber ganado más dinero--optó por ir a la cárcel por defender su pacifismo, negándose a pelear la Guerra de Vietnam. Nos enseño lo que significaba la valentía; alguien capaz de llegar hasta el final por defender convicciones.
Años después, supe una anécdota fascinante. Encarcelado, un día de 1968 le avisaron que tenía una llamada telefónica de la Universidad de Oxford en Inglaterra. Tomó el teléfono y oyó una voz atildada y británica que, del otro lado del Atlántico, le dijo: "lo felicito, Ud me hace sentir orgulloso de la condición humana". Lo llamaba el gran Bertrand Russell, uno de los principales matemáticos y filósofos del siglo XX, quien también había sido encarcelado por su pacifismo 20 años antes.
Dos héroes. En fin, la historia se escribe con bravura, generalmente contracorriente... no desde el sofá de la comodidad.