Por: Allan Astorga Gättgens, Catedrático de Geología Sedimentaria y Ambiental, Escuela Centroamericana De Geología, UCR (
En un reciente evento realizado en la Asamblea Legislativa, algunos miembros de la Junta Directiva (JD) del Colegio de Geólogos de Costa Rica (CGCR), todos geólogos a favor de la minería metálica, plantearon que esta actividad puede ser realizada de “forma sostenible” y que, con ello, era posible contribuir a resolver los problemas económicos del país y, en particular, de sus comunidades más pobres.
Este planteamiento se hace en el contexto de la búsqueda de una nueva ley que permita hacer retroceder al país en su decisión de prohibir la minería metálica, tomada en el año 2010 y, así volver a desarrollar explotaciones mineras metálicas en el país, incluso, con la participación de empresas mineras extranjeras.
Pese a ese entusiasta planteamiento de la Junta Directiva del CGCR, se hace necesario plantear algunas ideas de manera que la sociedad costarricense tome conciencia y se ubique en la realidad de lo que significa la minería metálica para un país como el nuestro:
1. El costo ambiental de la minería metálica en países tropicales es mayor que los beneficios económicos que produce. Eso se ha demostrado ya. La razón de ello es que los impactos ambientales residuales que deja la minería metálica, como el daño a los ecosistemas, al paisaje, a las aguas superficiales y subterráneas (drenaje ácido) y los riesgos ambientales que genera perduran durante muchas décadas después de la que la empresa minera haya terminado la explotación. No es igual hacer minería química a cielo abierto en zonas áridas o semi áridas como Turquía, México o Chile que en zonas tropicales: cuesta creer a estas alturas que mis colegas geólogos prominería metálica no quieran ver diferencia alguna. De manera que la reparación de los daños ambientales la tiene que asumir la sociedad, a un costo muy alto y superior al beneficio económico que se supone, obtuvo durante la operación de la mina. Hay muchos ejemplos de esto, como por ejemplo en Guatemala o en Honduras.
2. Los yacimientos minerales metálicos se encuentran en zonas de muy alta fragilidad ambiental, cubiertos por ecosistemas muy sensibles y con presencia de importantes acuíferos en el subsuelo. Algunas de esas zonas de fragilidad, corresponden a áreas silvestres protegidas que son estratégicas para el desarrollo sostenible del país, como áreas de recarga acuífera y por ecosistemas. Inclusive, en el mar, la Cordillera Volcánica del Coco, aunque pueda tener recursos mineros metálicos, es extremadamente sensible a un daño ambiental, dado que el mar que lo cubre es muy rico en vida marina, cuyo aprovechamiento sustentable deja muchos más beneficios económicos al país.
3. El dizque beneficio económico a las comunidades, es efímero, es decir temporal y no es duradero. Un ejemplo de ello es la misma mina de Crucitas que quería desarrollar Industrias Infinito que iba a perdurar por solo 9.5 años. Al irse la Minera, se acaban sus “contribuciones”, se despide a los empleados y la fuente económica del “progreso comunitario minero” se termina. Es claro, a todas luces, que lo que se requiere es el desarrollo de actividades que perduren en el tiempo y que realmente les den a las comunidades oportunidades de desarrollo verdaderamente sustentable.
4. La legislación minera está hecha para beneficiar a las empresas mineras y dejar al país y a sus comunidades en un estado de indefensión, una vez que se ha otorgado una concesión de explotación. Y esto no solo sucede en Costa Rica, sino en casi todos los países de América Latina y otras regiones de países subdesarrollados. El modelo siempre se repite. Además de que los cánones mineros son muy bajos y de que la minera no asume responsabilidad ambiental alguna sobre los impactos residuales después de que la mina haya cerrado, el país no cuenta con la tecnología ni la experiencia para realizar un efectivo y eficiente control ambiental, con lo cual, el riesgo ambiental se incrementa notablemente. Pero, además, en caso de que algo salga mal, es común que la empresa Minera se vaya y deje “todo abandonado” (Macacona), o en su defecto, demande al país, por no haber podido hacer la explotación (Industrias Infinito). Por cualquier lado que se vea, se observa que siempre el país sale perdiendo, y la empresa ganando.
5. Costa Rica no es un país de tradición minera metálica y su imagen y modelo de desarrollo socioeconómico no es compatible con un modelo extractivista de los recursos naturales. La minería metálica de Abangares, durante la primera mitad del siglo XIX fue rápidamente sustituida por el verdadero grano de oro de Costa Rica, el café. En la actualidad el país exporta más de 4.500 productos y el Turismo representa su principal fuente de ingresos ($ 2.500 millones anuales). Aprovecharse de que el país, en la actual coyuntura se encuentra en una situación económica frágil para insistir en que se pase a explotar sus recursos minerales, lo que produce es confusión en los ciudadanos y en algunas autoridades, lo cual no ayuda para nada, todo lo contrario, con la búsqueda de soluciones verdaderamente sustentables para el país.
6. Los únicos recursos mineros realmente probados que tiene el país, son los de Crucitas, todos los demás, son una absoluta especulación. Cuando mis colegas de la JD del CGCR dicen que el país tiene muchos recursos mineros, lo que se hace es una especulación que confunde de manera muy tendenciosa a los ciudadanos. Ellos, tal y como se llaman “expertos en minería”, saben muy bien, que en minería son los números fríos y concretos lo que aplican, es decir, la reservas que realmente están probadas. Mientras tanto, todo lo demás no vale. Por eso, llama poderosamente la atención que se insista tanto en el tema de reabrir la minería metálica, pues si a números fríos nos referimos parece que tiene el único interés de volver a hablar de la explotación minera a cielo abierto de Crucitas, por parte de una empresa minera. Es como volver al año 2008, como si nada hubiera pasado.
7. Resulta absolutamente contradictorio con la alerta mundial establecida por la ONU. La misma semana en que la ONU señala que hay alerta mundial debido a que existen más de 1 millón de especies en vías de extinción, se da en nuestra Asamblea Legislativa un planteamiento absolutamente retrógrado y regresivo que plantea la destrucción de los ecosistemas y la afectación de acuíferos, a cambio de la explotación minera metálica. Como fue en esa misma semana que una jueza decidió revertir una sentencia sobre el caso Crucitas para juzgar a todos sus responsables y no solamente a unos, es válido preguntarse a qué obedece tan inusual coincidencia.
Como se puede ver, no existe ninguna justificación razonable para que un país como Costa Rica eche para atrás, y cambie su decisión de prohibir la minería metálica en nuestro territorio continental y marino. El solo pensar la idea de retroceder en esa decisión, resulta algo que no tiene el menor sentido. Aunque se diga que es para beneficiar a las comunidades, cuando en realidad, los únicos beneficiados serían las empresas mineras, sus geólogos mineros expertos, y claro está, sus amigos políticos sedientes.