Por: Allan Astorga Gättgens, Catedrático de Geología Sedimentaria y Ambiental, Escuela Centroamericana De Geología, UCR UCR (
Se ha hecho noticia que en el transcurso del mes de septiembre nacerá el costarricense cinco millones. Algo que debería llevarnos a la reflexión, sobre lo que, a esa persona, a los niños y jóvenes de hoy, y a todos lo que nacerán en el futuro, les vamos a dejar de herencia colectiva para que su calidad de vida sea satisfactoria.
Aunque nuestra perspectiva tiene un sesgo ambiental, creemos que podemos hacer algún aporte a esta reflexión, dado que, desde este punto de vista, es posible derivar algunas conclusiones importantes.
Cambio de rumbo: al realizar una reflexión profunda sobre los problemas ambientales que afectan a nuestro mundo, en particular a la deteriorada Ecosfera terrestre y considerando lo que hemos hecho en nuestro país en este tema, llegamos a la triste y seria conclusión de que vamos por un rumbo equivocado. Muy equivocado.
Son muchos los hechos que nos pueden comprobar que vamos en dirección contraria y ya los hemos mencionado con cierta insistencia, no obstante, de todos ellos, podemos derivar un factor común denominador: la absoluta y completa falta de planificación, a la que también hemos llamado “desplanificación” y que, igualmente, siguiendo el refrán popular, podríamos referir como “poner la carreta por delante de los bueyes”. Una costumbre muy seriamente arraigada en nuestra cultura desplanificada.
Cuando analizados todos esos temas en que hemos cometido errores sustanciales que nos conducen a proyectos muy caros y que, a su vez, implican un gran sacrificio ambiental, vemos que el elemento fundamental ha sido la falta de planificación estratégica. Como hemos mencionado hasta la insistencia, esta forma de hacer las cosas es lo que nos tiene, como país, en una condición de crisis en muchos campos, que no solo se limitan al tema ambiental.
Por eso, al analizar la herencia que le vamos a dejar a nuestros niños y jóvenes y a las generaciones futuras, la conclusión a que llegamos es que es urgente hacer un profundo cambio de rumbo, y enderezar nuestro modelo de desarrollo hacia un sistema sustentado en la planificación estratégica.
Nos urge organizar todas nuestras actividades dentro de un marco de planificación con visión de país y no limitado a una visión de corto plazo, como la que se establece cuando se realiza un “Plan Nacional de Desarrollo”.
Instrumentos: es claro que no basta con solo mencionar el problema y señalar que hay que realizar un cambio de rumbo. Necesitamos establecer las acciones necesarias para concretar ese redireccionamiento. Y para ello, no necesitamos “inventar el agua tibia”, pues ya hay muchos ejemplos en el mundo que nos muestran qué camino debemos seguir y cómo podemos ir corrigiendo, desde la raíz, la urgente necesidad de establecer soluciones graduales que nos permitan enderezar el camino.
Uno de esos instrumentos, lo hemos mencionado reiteradamente, tiene que ver con la forma en que tomamos las decisiones estratégicas en nuestro país. Se trata de implementar la denominada Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) fundamentada en tres principios fundamentales: Transparencia, Información y Participación. En términos simples, significa abrir los espacios de discusión y análisis de decisiones estratégicas sobre el desarrollo del país en diversos campos, a la sociedad representada por sus diferentes sectores. Agregaríamos, además, que, bajo un norte común, es la visión país.
Hasta ahora la práctica común de tomar decisiones estratégicas, en casi todos los campos, es todo lo contrario, pues por lo general, dichas decisiones se toman por un grupo de técnicos o políticos (o ambos) “muy cerrado” y con una visión estrecha, de corto plazo, dirigida a “solucionar” un tema coyuntural.
De esa forma, el “país avanza” en apariencia, pero en la realidad lo que sucede es que retrocede o se entraba, haciendo que cada vez sea más difícil que los problemas, incluso los más simples, se puedan solucionar.
Es hora de cambiar el modelo de toma de decisiones estratégicas sobre el desarrollo de nuestro país. Es hora de abrir espacios de diálogo abierto a todos los sectores, para que toda la sociedad, debidamente representada, pueda discutir de forma activa y proactiva los problemas y buscar soluciones equilibradas y balanceadas a los mismos.
Luz: somos optimistas al ver que ya tenemos “una luz al final del túnel”. Desde junio del 2017, la Contraloría General de la República le ordenó el Poder Ejecutivo que para este año 2018 debería establecer la normativa para realizar la EAE de políticas, planes y programas (de desarrollo) dentro del marco regulatorio establecido desde el año 2004 por el Reglamento General de Evaluación de Impacto Ambiental vigente en nuestro país.
Aunque se trata de solo el principio, tenemos la positiva esperanza de que nuestras autoridades de gobierno puedan establecer “reglas del juego” claras y objetivas, que permitan a nuestra sociedad tomar las riendas de su futuro y, con visión de país, corregir el rumbo y dejar una mejor herencia colectiva a nuestros niños, jóvenes y las generaciones futuras que todavía aún no han nacido.
Como hemos mencionado, la Mesa de Diálogo establecida en el 2017 para analizar la seria problemática del régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la CCSS es un buen ejemplo a seguir para la EAE del desarrollo del país.
Tenemos que tener claro que solo con diálogo abierto y transparente, entre todos los sectores, será posible encontrar las soluciones a los grandes problemas y retos que tenemos que afrontar no solo en la actualidad, sino en nuestro futuro. Por eso nos urge el cambio, pues es la única vía segura para dejar una buena herencia colectiva a las generaciones que nos sucederán.