Por Jaime Ordoñez
Es hora de ser creativos y positivos para descongestionar el GAM.
El GAM es hoy una cárcel de unos 60 kilómetros de largo x 40 de ancho que en el año 2011 (según el INEC) albergaba 2.668.248 personas y en poco serán 3 millones. Es apenas el 3.8% del territorio nacional y concentra el 52.7% de la población del país. No tiene autopistas a desnivel que la crucen, ni viaductos, ni túneles, ni metros, apenas un tren interurbano del tiempo de "upa" que se desmanteló y ahora se ha reinstalado pero que le falta mucho.
En muchos casos, sólo tiene una arteria o carretera para cruzar ese enjambre de delgaditas calles de carreta, hoy lleno de automóviles, semáforos, saltimbaquis, etc. Y tiene un problema asombroso y central: para ir de Atenas a Cartago (por ejemplo) hay que cruzar San José, y sólo hay 2 o 3 vías para hacerlo. Igual para ir de Heredia a Desamparados, etc. Llegar o salir de Heredia es una ordalía medieval. Igual la autopista de la Sabana a Alajuela. Por eso estamos ahogados.
¿Soluciones? La misma que tomó Brasil cuando se llevó la capital de Río a Brasilia y creó un nuevo centro de desarrollo en la zona meridional del país. Llevarnos la capital fuera, a un lugar donde no exista desarrollo, a algún lugar que requiera inversión. A la Zona Sur, a Palmar, a los altos de la zona Boruca, o bien a las bellísimas montañas de San Vito de Java. Ello haría sinergia con el proyecto de construir el aeropuerto del Sur, en la zona de Sierpe y sus alrededores.
Yo trasladaría todo el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. También la mayoría de las instituciones autónomas. Pautaría la construcción y traslado a unos 6 o 7 años plazo. Esto le generaría varias cosas positivas al país: en primer lugar, descongestionaríamos San José y el GAM. Dejaríamos San José como una ciudad bancaria, cultural y económica, pero trasladaríamos la sede política del país.
En el proceso generaríamos 5 o 6 años de crecimiento keynesiano, con una generación masiva de trabajo, de construcción, mano de obra, contratos para todas nuestras empresas de diseño, construcción, suministros. Además de todos los suplidores, sinergias y encadenamientos que ello supone. Decenas o cientos de miles de puestos de trabajo se podrían crear en la próxima década. Estoy seguro que subiríamos la tasa de crecimiento nacional de un 3% a un 7% del PIB, al menos durante una década. Haríamos una ciudad moderna, con amplias avenidas de 6 u 8 carriles, con rotondas de verdad, con parques integrados a los edificios, verdes, ecológicos y modernos. Nuestra Curitiba en este lugar del mundo. Nos daríamos fe a nosotros mismos como país.
¿Por qué no a San Carlos o Liberia u otra ciudad de Guanacaste? Son lugares que ya tienen un amplio desarrollo económico, y se trata de potenciar otra zona del país, hoy deprimida. ¿Por qué no San Ramón o Grecia? Están muy cerca y los empleados públicos no cambiarían su domicilio, y tendrían que trasladarse todos los días, agravando la crisis de transporte, presas y saturación.
Tenemos que ser audaces y pensar en grande. Dejar esa manía del tico de no ver más allá de las montañas del Valle Intermontano Central como decían Láscaris o Isaac Felipe Azofeifa en aquel ensayo que todavía nos retrata “La isla que somos”. Es hora de pensar creativamente. De imaginar y ejecutar el futuro. La clave es proponer ideas nuevas, potentes y estratégicas e imaginar políticamente como hacer acuerdos nacionales a 15 o 20 años plazo. Romper este ciclo político electoral de 4 años que nos está matando.