Por Jaime Ordoñez
La lentitud para moverse en el Gran Área Metropolitana (GAM) le cuesta a Costa Rica entre el 3% y el 4% del Producto Interno Bruto Anual, según me comentaba hace un tiempo el Arquitecto Eduardo Brenes, el exdirector de la PRUGAM. El Arq. Brenes y sus técnicos habían medido el daño para el país de esa ordalía y entrabamiento. Y 3% o 4% es prácticamente lo mismo que nos generaría una reforma tributaria en el mejor de los casos, incluidas algunas medidas efectivas de control de gasto.
Esta enorme cantidad de dinero--cerca de 2.000 millones de dólares anuales-- es lo que pierden 3 millones de personas que viven (o entran y salen) a esa telaraña lenta y desesperante que son nuestras calles y pseudo-carreteras entre Paraíso de Cartago y Atenas de Alajuela, nuestro actual GAM. Es una franja de 70 kilómetros de largo y unos 35 de ancho, de las montañas de Patarrá al túnel del Braulio Carrillo. Es poca extensión, pero hoy es la principal cárcel de Costa Rica. Nuestros trillos de carreta del siglo XIX, hoy simplemente asfaltados.
Alguien que vive en Heredia y trabaja en un parque industrial de Cartago puede durar cerca de cuatro horas trasladándose ida y vuelta. Y cuatro horas es, literalmente, la cuarta parte de una vida útil. Multiplique usted eso por uno o dos de millones de personas al día, y después multiplíquelo al año, y verá cuánto tiempo perdemos como sociedad por esa locura, resultante de nuestra ausencia de planificación urbana y nuestra incapacidad política y técnica para hacer reformas.
Por no hablar del desgaste humano y psicológico: el otro día, viniendo de Alajuela camino a La Sabana, a 11 kilómetros por hora, me puse a observar la cara de las personas que venían en sentido opuesto por casi una hora en un presa que literalmente tiene 18 kilómetros, bumper contra bumper, en buses y automóviles. Vi hastío, desesperación y frustración. No es difícil entender la violencia interna que nuestra sociedad vive en los últimos años, una sociedad dónde alguien puede sacar una pistola y matar a otra porque le toca el claxon o no le abre paso a una intersección. Ha sucedido últimamente: así mataron al hijo de un primo mío. De allí al maltrato sistemático de niños y animales hay un paso. Ya lo estamos dando. Somos hoy una sociedad enferma.
Si yo formara parte del gobierno, es el primer gran esfuerzo que habría empezado desde el Día 1: tres o cuatro grandes obras de infraestructura que liberaran nuestro GAM. Generar un gran pacto político y financiero de Estado para hacer las siguientes 4 reformas: a) Un metro urbano que conecte los principales puntos de ese GAM, ya diseñado, en el papel, pero no ejecutado; b) Un metro aéreo específico de Atenas a los predios vacíos del CNP, costado este de la Sabana, detrás de la Municipalidad (que convertiría en nodo o centro de conexiones) utilizando la franja pública central, en medio de vías; c) Un metro aéreo específico Cartago a Curridabat, para conectar con el metro urbano general; d) Rehacer urgentemente el ferrocarril a ambos puertos, algo que jamás debimos de haber cerrado. Hay que desbloquear y sacar trailers de la Ruta 27 y la Ruta 32.
Estuve en Panamá recientemente y visité su metro, un proyecto de primer mundo. Conozco bien los extraordinarios proyectos urbanísticos de Medellín y Bogotá. ¿Por qué ellos si pueden y nosotros no? Hasta Guatemala tiene ahora un Transmilenio. Creo que el presidente Solís y su equipo deberían concentrarse en los 3 años que les quedan en 3 o 4 cosas importantes y nada más. Me olvidaría del resto. Y ésta es una de ellas.