Por: Vilma Ibarra, directora de Hablando Claro.
En la definición conceptual tradicional, tanto como en la aplastante realidad de lo que todos hemos vivido y constatado en este tiempo, la madre de todas las crisis, es la crisis de la salud pública. No hay otra confrontación mayor de la fragilidad humana tan cruda, tan ruda como la que nos coloca en la disyuntiva de encontrarnos y encontrar a nuestros seres amados inesperadamente doblegados -como en este caso- por un enemigo invisible pero terriblemente poderoso.
Por eso resulta éticamente inaceptable y por tanto repudiable, que aspirantes políticos crean que es un buen negocio buscar votos con la ansiedad, con la angustia y la impaciencia de la espera de las vacunas.
El señor Jose María Figueres borra con el codo lo que hace con la mano. Mientras le agradece al Altísimo, a la CCSS, a los Ebais y al Ministerio de Salud que lo vacunaron, nos regala una perla: ¡hagamos un gran negocio, dice! Compremos vacunas a $15 y las vendemos a $100. Lucremos con el ansia y la necesidad de vacunarse de los extranjeros que pudieran venir aquí a ponerse el biológico, nos ganamos $85 por vacuna y más aún los hacemos quedarse 21 días gastando hotel y comida y de paso le permitimos a empresas nacionales que compren vacunas al costo para sus trabajadores y familiares y así ahorrarle recursos a la Caja.
¿Pero cómo es que a nadie aquí se le había ocurrido semejante gran idea? ¿Y cómo es que no se le ha ocurrido lo mismo a Colombia, a Uruguay, a Brasil, a Chile… Y los europeos? ¿En qué están que no lo han implementado?
Por favor don José María pretender volver a gobernar el país viéndonos a todos la cara es una falta de seriedad. Para decir lo poco.
La CCSS y el Ministerio de Salud lo han explicado hasta el cansancio: vacunas con calidad certificada por agencias reconocidas como la Europea de Medicamentos o la Administración Federal de Medicamentos de los Estados Unidos o precalificadas por la OMS, no están a la venta. No están a la venta. Lo peor es que estoy segura de que el señor Figueres lo sabe.
Hasta hoy la posición de las farmacéuticas ha sido manejar directamente la suplencia con los gobiernos, precisamente por un asunto de bioética, para que los que más las necesitan desde el punto de vista del riesgo de hospitalización, secuelas o fallecimientos, tengan acceso prioritario y luego se pueda ir suministrando a los demás grupos en riesgo, aunque en menor cantidad.
Consecuentemente, no es que el país no ha hecho lo suficiente. No. Es que no hay mercado privado para adquirir y comprar vacunas. ¡No es necesario certificar farmacias nacionales para que quien pueda compre sus dosis! Si así fuera hace tiempo estaría resuelto el problema.
Entonces, don José María, esto no se trata de “pensar en grande, porque Costa Rica merece ganar” como dice su eslogan colgado al final de tan “brillante” propuesta. Esto se trata de la producción mundial de vacunas avaladas por agencias internacionalmente reconocidas, imposibles de adquirir al menos hasta hoy vía mercados privados.
Tampoco se trata de ahorrarle recursos a la Caja para que vacune a más personas. No, dichosamente tenemos ya aprobados por nuestro Congreso y nuestro Ejecutivo los dineros para 3.7 millones de vacunas para igual número de compatriotas.
Así que el problema no es falta de inventiva, ni de astucia para hacer negocios. Es que no hay vacunas disponibles para toda la población mundial. Por favor haga campaña con otros temas. No intente confundir a la gente con un tema tan sensible. Menos ahora que usted ya está vacunado.
Y respecto a don Pedro Muñoz otro aspirante al populismo barato manoseando el tema de las vacunas, su campaña no merece ni siquiera un comentario.