Carlos Alvarado Quesada, Presidente de la República de Costa Rica.
Los grandes problemas que hoy enfrentamos como país son el resultado de la posposición de decisiones, fuese por inacción o por bloqueo, fuese porque había margen o por temor a la impopularidad frente a los ciclos políticos. También por la adopción de decisiones que eran atractivas en el corto plazo, tal vez incluso adecuadas, pero que hoy nos pasan la factura.
Nuestro rumbo como gobierno es romper ese ciclo de posposición y trabajar de lleno en desatar los nudos que han detenido a nuestro país, es resolver los problemas de fondo para liberar todo nuestro potencial de desarrollo y bienestar.
Gobernar implica tomar decisiones difíciles. Algunas serán comprendidas y hasta populares; muchas otras no, por más que sean necesarias en un momento dado. Pude haber optado por algo diferente, que conllevase menos complicaciones, pero eso con el tiempo le habría hecho daño al país. Este trabajo se hace por las personas y por amor al país, que son lo mismo.
Son muchos los nudos por desatar y la tarea no es sencilla. Requiere tiempo, paciencia, esfuerzo y no todos los resultados son inmediatos. Pero lo hemos estado haciendo porque es lo responsable y lo mejor.
Costa Rica logró desatar la parte gruesa del nudo fiscal que estaba estrangulando su sostenibilidad y su producción, un problema que nos iba a llevar a una crisis pero que logramos evitar.
En obras públicas se han desatado amarras, se están ejecutando obras de gran impacto y otras están por iniciar este año, así como ha habido mejoras claras en los indicadores de la seguridad ciudadana, aunque falta camino por recorrer.
El Congreso, a su vez, logró desamarrar el nudo de su reglamento interno, lo que hoy permite adoptar decisiones democráticas más ágilmente y sin bloqueos.
Aun si hoy corriera viento favorable en la economía internacional, que no es el caso, o no tuviéramos los embates climatológicos, que sí los hemos tenido, la economía costarricense no tendría capacidad de crecer más allá del 3,5 o 4% del PIB. Ese crecimiento y sus condiciones seguirían siendo insuficientes para extender rápidamente el bienestar a toda la población en todos los rincones.
Eso ocurre porque tenemos fallas, rezagos y exclusión en la educación, así como alta informalidad y poco dinamismo en el mercado laboral. Tenemos rigidez, alto endeudamiento ciudadano y alto costo del crédito en el sistema financiero; mercados nacionales de poca competencia u oligopólicos que encarecen el país; así como razones burocráticas y no constructivas que atrasan nuestra ambiciosa agenda de inversión pública. A su vez, hay mucha ineficiencia y tramitología en la cosa pública.
Todas las razones anteriores inciden en que no baje la pobreza o el desempleo de los niveles estructurales que hemos tenido por años.
Acciones para avanzar. En todas esas áreas promovemos cambios de fondo, algunos ya materializados, otros en camino. En paralelo a que se generan las reformas de fondo, impulsamos una agenda de crecimiento, empleo y reactivación para mover en lo más inmediato nuestra economía hoy desacelerada, fenómeno que afecta a América Latina en general.
Entre las próximas tareas destacan la puesta en práctica de las nuevas leyes de teletrabajo y de educación dual, que permiten el acceso a buenas oportunidades laborales para nuestros jóvenes, y a la vez potencian la atracción de inversiones y las opciones laborales en todas las regiones.
En la agenda inmediata de la CCSS hay una serie de medidas que procurarán reducir la informalidad y facilitar el crecimiento de la pymes y del empleo.
Agreguemos la modernización institucional de cara al proceso de adhesión a la OCDE, que con el enorme apoyo del Congreso se aprobaron ya nueve leyes y registra avances muy importantes en cuatro más, incluyendo el fortalecimiento de la competencia para propiciar mejores precios y legislación sobre soborno internacional.
También hay importantes avances en la agilización de Setena, clave para facilitar la inversión y crear más empleos, así como otras acciones para simplificar trámites. Y nuevas simplificaciones están en camino.
Se redujo el encaje mínimo legal para la ampliación del crédito de los bancos y se cambió la regulación financiera emitida por CONASSIF para flexibilizar la readecuación de deudas.
Se han adecuado programas de financiamiento de vivienda para ampliar el acceso a crédito a familias de clase media que antes no lo tenían, y se emitió una directriz de atención prioritaria por parte de los bancos al sector agropecuario, así como un decreto para regularizar pozos y dar seguridad jurídica y ambiental a los productores.
También estamos atendiendo las necesidades de modernización de Japdeva y tomando medidas para reducir su planilla con justicia social, y ajustarla a una nueva realidad para desarrollar Limón.
La mejora de la legislación sobre huelgas que ha promovido la Asamblea Legislativa, dará mejores herramientas para reducir su afectación a la ciudadanía, así como los cambios en el empleo público que impulsamos para lograr mayor eficiencia.
Los hechos demuestran que no se ha dejado de avanzar en esos campos, al tiempo que se ha trabajado en consolidar el esfuerzo de fortalecimiento fiscal. Prueba de este compromiso será la disciplina que mostrará el presupuesto para el 2020, como se hizo con el de este año, así como nuestro fortalecimiento en los esfuerzos de recaudación y combate a la evasión.
Ha habido resistencia al cambio. Si no fuese porque las medidas que hemos adoptado tienen efectos reales ¿qué motivo habría tras la beligerancia contra las acciones del Gobierno?
Comprendo la frustración de quienes quisiesen que fuese más sencillo adoptar medidas tan necesarias y postergadas. Por algo muchas no se habían tomado antes: generan una fuerte reacción por parte de los sectores que se han beneficiado de condiciones financieramente insostenibles para el país.
Hay malestar en grupos de los más desatendidos, y por ellos luchamos; pero la resistencia más fuerte al cambio viene de quienes más holgados han estado. Esa resistencia al cambio no hará que dejemos de desatar nudos, pero es una realidad que existe.
Afrontamos esos desafíos con las herramientas que el Estado de Derecho nos da. En la resolución de la reciente huelga en la CCSS, no contamos con herramientas legales como el proyecto de huelgas que hoy se impulsa. No obstante, nos aseguramos de que en la CCSS se apliquen hacia adelante las reglas establecidas en la Ley de Fortalecimiento Fiscal, y que lo que se discuta judicialmente sea solo el mecanismo que debe aplicarse a las anualidades acumuladas antes de dicha ley.
Comprendo a quienes están insatisfechos con esa resolución. Al sopesar los valores en pugna, optamos por minimizar los riesgos para la salud y la vida de miles de personas que ya habían sido afectadas y de las decenas de miles más a las que afectaría una prolongación de la huelga. Gobernar es decidir frente a valores contrapuestos y a mí me corresponde buscar vías que beneficien a la familia costarricense como un todo.
En todo camino que valga la pena hay dificultades. Como al construir una obra, el verdadero cambio implica la incomodidad de transformaciones inmediatas para el disfrute pleno y venidero de sus beneficios. Lo que ayuda a superar las dificultades es el compromiso con una causa superior y hoy esa causa es liberar de trabas el potencial de nuestro país, para que sea más próspero y de mayores oportunidades para todas las personas.
Ese es el compromiso que día a día renuevo y reitero a la inmensa mayoría de costarricenses de buena voluntad; desatar los nudos de nuestro bienestar es mi propósito, es mi rumbo.