Horas decisivas. Entre dos debates finales, la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica y una inmensa interrogante abierta respecto de la inclinación final del millón y más de ciudadanos indecisos y de muchos otros que habiéndose declarado decididos pueden (y de hecho lo están haciendo) cambiar de opinión en cualquier momento.

 El momento es crucial. Enfoquemos las prioridades.

Aunque ningún sondeo de opinión señale como el principal e inmediato problema del país el embrollo fiscal, sabemos que las condiciones son apremiantes y debemos tomar cuanto antes las amargas medicinas prescritas para reducir el riesgo de la detonación de la crisis.

La inquietud es reiterada y corre en prácticamente todas las conversaciones: “aún no sé por quién votar”.

Una combinación de enojo, miedo y frustración. Esa delicada mezcla es la que están desvelando las encuestas en la antesala de la cita del cuatro de febrero.

No solo tenemos un sistema político fragmentado, sino que a lo interno de los grupos políticos hay numerosas y no siempre disimuladas fracturas. Es el signo de los tiempos. Ciertamente no sólo en política, pero sin duda, es en ese quehacer donde se observa con mucho énfasis; particularmente en una campaña electoral.

El efecto Fabricio.

Las últimas horas le pusieron alto voltaje a la campaña electoral. El líder político religioso de Restauración Nacional, diputado único de su bancada parlamentaria, se coló en primero y segundo lugar respectivamente, en la intención de voto de las encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos CIEP de la UCR y de CID-Gallup.