Fotografía: Semanario Universidad.
Inobjetablemente congruente, Ottón Solís fundador del partido protagónico de los últimos dos ejercicios de gobierno, no sólo ha pugnado por reformas fiscales, sino también por achicar el aparato estatal, reducir en su día las repudiadas pensiones de lujo y empujar la necesaria modernización de la enmarañada estructura de empleo público del país...
Ha fracasado en casi todas sus propuestas. Incluso cuando se aprobó la ley que impulso con la entonces Presidenta Laura Chinchilla, que ya todos sabemos como terminaría naufragando en la Sala IV. Y como la historia es cíclica, ahora va de nuevo:
El respiro de alivio por la aprobación en primer debate de la iniciativa fiscal el viernes pasado, sólo es momentáneo. No sólo falta el filtro constitucional, sino que además, los sindicatos aún en huelga se resisten a deponer su movimiento a pesar de los pesares...y de los altísimos costos sociales y económicos.
¿Qué sigue o qué debería seguir en el camino?
¿Podemos creer en los propósitos de enmienda con los nuevos proyectos que complementarán o corregirán el fortalecimiento de finanzas aprobado en primer debate?
¿Sería posible que siete magistrados decidieran en contrario de los 35 legisladores que avalaron la compleja, necesaria y también repudiada iniciativa?
¿Cómo hacemos de verdad para pasar la página del entuerto tributario para poder avanzar con tantas otras urgencias postergadas?