Fotografía: La Vanguardia
Cuando las barbas de tu vecino veas quemar, poné las tuyas a remojar.
Los movimientos de rechazo a migrantes son un signo de nuestro tiempo. Una respuesta que emana del temor y del desconocimiento.
Pero también del oportunismo de agentes políticos que encuentran en esos sentimientos el clima propicio para ofrecer futuros asépticos. Es decir, libres de la contaminación de los excluidos del mundo.
Algunos sostienen que la historia no se repite. Otros, todo lo contrario. Por eso cuando la semana pasada se produjeron actos de violencia xenófoba en una ciudad bávara, el editorial del Der Spiegel decía que “cuando multitudes excitadas de extrema derecha generan agitación en Alemania y el Estado de Derecho se ve sobrepasado por los acontecimientos, recordamos un poco la situación de la República de Weimar”. Es decir, el oprobioso capítulo del nazismo.
Sobre el tema conversamos con el especialista en migraciones Carlos Sandoval García.