La estafa es tan antigua como el ser humano.
Con los años, por supuesto, los que van mutando son los recursos con los que se ejecutan los engaños. En el ámbito bancario , por ejemplo, antes era común que se hicieran trampas con cheques. Hoy eso es pasado.
Hoy los engaños son más sofisticados gracias a la tecnología, pero el fondo siempre es el mismo: burlar la buena fe de quienes se encuentran de pronto ante un estafador, que suele ser un tipo convincente de buen verbo que tiene un discurso bien ensayado.
Y ahí caen los ingenuos. De acuerdo con el Banco Nacional cada mes 35 de sus clientes son estafados. Ciertamente el número ha decrecido paulatinamente gracias a las reiteradas campañas de alerta y recursos de seguridad.
Pero en el país aún son muchas las víctimas, pues de acuerdo con el Organismo de Investigación Judicial, en un año, casi 1,300 ciudadanos bancarizados cayeron en manos del hampa con una sola llamada telefónica o mediante otros artilugios.