Lunes
Entre los muchos y complejos desafíos que afrontará al gobierno de Carlos Alvarado destaca la sostenibilidad de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Esta entidad, fundamental en nuestro sistema de bienestar, recibe a la nueva administración con enormes dificultades para satisfacer las demandas de cobertura y calidad, lo que pone el foco de manera muy contundente en una palabra que se dice fácil: “gestión”.
Con la sostenibilidad bajo examen, la CCSS enfrenta el desafío de responder al envejecimiento de nuestra sociedad, al cambio en el perfil de enfermedades, al adelgazamiento relativo de la base de cotizantes y a factores más reprochables: la ineficiencia interna y las ocasionales mezclas perversas de intereses privados y públicos.
Fernando Llorca cumple casi un año de haber sido nombrado como presidente de la CCSS después de diferencias del gobierno saliente con Rocío Sáenz. Sin embargo, no deja el puesto con el cambio de gobierno; continuará unos días hasta que pueda incorporarse el nuevo jerarca designado por Alvarado, el actual embajador en Estados Unidos, Román Macaya.
No es casualidad que en Hablando Claro dediquemos nuestro último programa durante el actual gobierno a la situación en la CCSS como entidad rectora de nuestros hospitales y clínicas estatales, y de un régimen de pensiones que ofrece retos adicionales. Es un paciente al que no podemos dar de alta mientras los números sigan en naranja y continúen las largas listas de espera.
Miércoles
Sin perder tiempo para entrar a fondo en un posible pacto fiscal. Así se podría sintetizar el corre corre de acercamientos y reuniones para acelerar lo que el Presidente Carlos Alvarado urge como una necesaria reforma “oportuna y ojalá pronta”.
No hay duda. Este es el asunto perentorio. De modo que a los encuentros de los días previos -apenas interrumpidos este martes por una calurosa ceremonia de traspaso sencillísima pero cargada de alegría y color- se da paso a las citas en la sede del Ejecutivo en Zapote, primero con las bancadas parlamentarias de Liberación y Restauración y de seguido (hasta el viernes) con todas las demás.
Una señal precisa para confirmar el cambio de estilo de la gestión política. Los diputados volverán a pisar la Casa Presidencial; ejercicio venido a menos en los últimos años.
Urgencia. Urgencia. Urgencia. Urgencia de construir acuerdos y aprovechar para ello el buen talante que privara en los primeros días de la nueva administración.
Jueves
Desde que la chispa de la resistencia empezó a arder hace ya larguísimas tres semanas, la marcha se ha convertido en el pan del día a día en Nicaragua. Es la resistencia ciudadana que exige democracia de verdad. Y ahora también, es la puesta en escena de las contramarchas. Un guión típico de los regímenes como el de Ortega-Murillo, que propicia huestes de apoyo para intentar (de) mostrar que los descontentos no se comparan con los adeptos.
Si los caídos son por ahora 43 o 46 según la cifras de los organismos de Derechos Humanos -por dramático que suene- no es lo determinante. Para el gobierno, en todo caso, nunca superaron los 10.
Lo cierto es que la resistencia está instalada. A pesar del empeño de un diálogo por el que poco se apuesta y a pesar del establecimiento de una comisión de la verdad, por la que se apuesta menos.
Viernes
Uno de los énfasis del nuevo gobierno es el abordaje ambiental desde sus múltiples ángulos. Lo dijo el presidente Carlos Alvarado desde la campaña, lo reiteró en el discurso inaugural de su mandato y lo confirmó con su primera directriz, para promover el uso del hidrógeno como combustible.
Aunque el enfoque de sostenibilidad se anuncia transversal en el gobierno, resultará protagónico el papel del ministro de Ambiente, Carlos Manuel Rodríguez, un “viejo conocido” dispuesto a afrontar sus tareas más pronto que tarde. Por ejemplo, este jueves fue a visitar el territorio donde se iba a construir la mina Crucitas, en Cutris de San Carlos y tiene una línea de acción, en conjunto con el ministro de Seguridad, Michael Soto.