Fotografía Reuters.
Las noticias indican que Nicaragua se ha convertido en estos días en una tragedia en desarrollo. El saldo de la cruda represión del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra las manifestaciones callejeras en casi todo el país mantienen abierto el contador de muertes (10 registradas por las autoridades, 25 según organizaciones independientes), entre las que se incluye la de un periodista de Bluefields (Caribe), baleado en la cabeza mientras hacía una transmisión en vivo.
Imágenes de violencia, abusos policiales y del despliegue del Ejército circulan en las redes sociales e indignan más a una población que arrastra muchos años de enojo contra el gobierno de bandera sandinista que tanto se compara ahora con la dictadura de Anastasio Somoza derrotada hace cuatro décadas.
La comunidad internacional parece - esta vez sí- haber puesto los ojos en el sufrimiento de nuestros vecinos del norte y en las posibilidades de una solución que aún no se vislumbra completa, aunque Ortega anunció en la tarde de este domingo que revoca el decreto de reformas al régimen estatal de pensiones, detonante de las protestas. Las protestas han sobrepasado las reformas al INSS y la situación parece fuera del control del Gobierno.
Gobierno, Iglesia Católica, empresarios privados, asociaciones civiles, jóvenes universitarios indignados… el temor de volver a ver sangre derramada sobre las calles y los campos, o de agravar las condiciones que impiden el sueño de bienestar de la enorme mayoría de nicaragüenses.
Sobre este doloroso momento que vive Nicaragua y el cauce del conflicto conversamos con el periodista Carlos Fernando Chamorro desde Managua y con el exembajador de Costa Rica Javier Sancho.