Para los analistas (y a juzgar por el resultado electoral también para los electores) el empeño del ahora Presidente Electo en conformar por primera vez en nuestra historia un gobierno de unidad nacional, es muy bien valorado. Más aún, constituye un imperativo a tono con el cambio de época y el desgaste que muestra nuestro sistema democrático. Una muestra de realismo.
Hacerlo sin embargo parece en extremo dificultoso. Solo queda una semana para adelantar las conversaciones con todas las agrupaciones políticas representadas en el futuro Congreso, pero es obvio que hay matices, divisiones y heridas de derrota que conspiran contra las buenas intenciones.
Hay incluso actores que podrían estar diciendo públicamente que si, cuando en realidad no tienen verdadera intención de colaborar en el avance de la iniciativa y de paso, de la nueva administración.
Por ahora, sólo está claro que la dirigencia del PUSC de don Rodolfo Piza y de don Rafael Ortiz, la del Frente Amplio y la del PIN de don Wálter Muñoz han aceptado el reto.
Y tras la respuesta de la cúpula del PLN en favor de la agenda pero no de la integración del gabinete, la obvia resistencia de la bancada socialcristiana y negativa del Republicano del ex presidente Calderón Fournier, la prueba de fuego esta semana será el acercamiento con Restauración Nacional.
¿Cuán real es la posibilidad de concretar un gobierno de unidad en una democracia como la nuestra que nunca ha experimentado con coaliciones?
¿Qué lectura se deduce de las señales de las variopintas oposiciones a la futura segunda administración gubernamental de Acción Ciudadana?
¿Y qué tan compelidas pueden estar esas oposiciones con un veredicto en las urnas que le pasó factura prácticamente a todos los partidos políticos y les dividió el poder?
Con la Directora de la sede local de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ilka Treminio, abordamos estas y otras interrogantes en Hablando Claro