Por Alejandra Madrigal - ADN Noticias 90.7 FM
Qué difícil llegar a un suceso y tener que describir, con todos los detalles, una escena donde reinaban la tristeza, la incertidumbre, el llanto y el dolor.
Cómo informar que un niño de 10 años y su hermana de 19, embarazada, acababan de morir de forma trágica y cruel.
Con eso me enfrenté, el pasado viernes, en Dulce Nombre de Tres Ríos, cuando me tocó cubrir para ADN Radio un suceso que me marcará para siempre.
Ni siquiera había llegado al sitio donde estaban los cuerpos de Ángelo y su hermana Nathalie Villalobos, cuando me topé de frente con cuatro madres que, hincadas en el pavimento, lloraban y gritaban, preguntando dónde estaban sus hijos que viajaban en el microbús.
Metros más arriba, cruzrojistas, bomberos, paramédicos y policías corrían para atender a los estudiantes. Observé dos traslados de más de cinco alumnos. Todos los colegiales tenían cortaduras en la cara o en los brazos, estaban asustados, despeinados, con la ropa del colegio sucia, tras estar acostados y sentados en el suelo.
En aquel momento no entendí por qué dos de ellos tenían ampollas en la piel. Fue hasta que entrevisté al jefe de Bomberos, César Marín, que me enteré de que algunos colegiales se quemaron, tras recibir una leve descarga eléctrica.
Corrí. Tenía que llegar al sitio del accidente, donde encontraría los cuerpos de Ángelo y su hermana Nathalie.
Pero qué difícil describir una escena en la que un escolar de diez años yacía sin vida sobre una calle polvorienta y gris.
No logro borrar de mi mente que ese día Ángelo llevaba medias de color café, un color distinto al de su uniforme, y que en una de ellas se le observaba un pequeño agujero.
Más tarde supe de las limitaciones que enfrentaba la familia, según me contaron una vecina y un maestro de la escuela de Ángelo. Ambos se preguntaban si esa mañana el chiquito había desayunado, dado que en muchas ocasiones salía de su casa sin desayunar.
Ángelo, su muerte, su historia, su corta vida me marcaron, como también lo que le sucedió a su hermana Nathalie, quien en su desesperación corrió a buscarlo y encontró la muerte.
Llevó dos noches pensando en que, por más años de estar cubriendo sucesos y tragedias, el día en que deje de sentir y llorar de impotencia por la muerte de alguien como Ángelo y su hermana Nathalie dejaré de ser la periodista que soy.