Por Boris Ramírez
La construcción de la identidad en el pensamiento de Joaquín García Monge es una defensa de las profundas raíces culturales autóctonas que deben elevarse y compenetrarse con el pensamiento y las manifestaciones de lo universal.
Ya lo dejaba bastante claro el maestro al explicar que “más cultura: más cooperación, más unión, más fuerza. Lo otro es aldeanismo, esto es, suspicacia, desunión, zancadilla y enemistad. Y al final... que llegue alguien y nos engulla y de dueños pasemos a inquilinos, y de patrias descendamos a factorías; algo, desde luego, sin señorío propio”, según lo dejó establecido en su escrito “Unas palabras” en 1932.
Solo así. Desde el conocimiento de la idiosincrasia sin miedos, sin limitaciones, sin desprecios, se aprecia lo universal en lo local. En este juego de la construcción las manifestaciones culturales diversas, ricas y variadas, son el resultado de la nacionalidad.
El desafío de una Nación es la construcción colectiva de una identidad basada en el concepto de comunidad. Es así como un grupo comienza a desarrollar un sentimiento de pertenencia a un colectivo histórico-cultural.
De esta estructura emanan las características fundamentales: idioma, costumbres de interacción, organización social, danzas, visión del mundo, folclore, artesanía, música, alimentos, literatura, personajes, arquitectura. La identidad comienza a sujetarse a la diversidad de signos culturales distintivos. Pero éstos, son el resultado de la diversidad, nunca de la conducción unilateral de qué es o debe ser cultura.
De acuerdo con muchos pensadores y estudiosos de la identidad costarricense, la construcción de nuestros valores culturales van mucho más allá del “ideal” fabricado por los liberales a inicios del siglo XX.
Y han sido –como sostiene el artista Francisco Amighetti- procesos sociales y de reflexión interna los que han logrado en los diversos textos culturales, dibujar una sociedad que se forja en los recuerdos de un contexto de su pasado y las inquietudes de una sociedad en transición.
Cultura y medios de comunicación
El gran debate de qué es cultura, no es de hoy. Ya en 1939, en el fragor de la reconstrucción de lo nacional desde la confrontación, Roberto Brenes Mesén nos recuerda en su obra “La cultura integral del hombre” que “… en todos los climas sociales se produce cultura. No es preciso escalar las grandes alturas universitarias o académicas para encontrar aquellos benéficos efectos de la cultura. Individuos de las clases menos privilegiadas sabrán juzgar, apreciar y gozar las obras de la naturaleza o del arte, dentro de la esfera de sus limitaciones, como el crítico de arte o el pensador dentro de las suyas. La diferencia es de grado y hondura, no de esencia”.
En esto el papel de los medios de comunicación ha sido determinado, para lo bueno y para lo malo, en el proceso social de la construcción de valores culturales. Alejados de valoraciones, lo cierto es -como explica el Dr. Javier Esteinou Madrid- investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, que vivimos un “creciente poder de los medios sobre la comunidad y los individuos que ha creado, cada vez más, una sociedad mediática que ha producido una nueva atmósfera cultural colectiva” determinada por lo que los medios disponen en sus contenidos informativos y de difusión.
En el caso de Costa Rica nos encontramos medios televisivos que, aprovechando este poder, distorsionan la transmisión de los valores nacionales, al favorecer índices de audiencia (el mal entendido “rating”) por sobre los contenidos.
Por suerte hay excepciones honrosas a esta preeminencia en la agenda televisiva, que es el medio, por el cual se informan mayor cantidad de ciudadanos.
Informe 11 y la identidad nacional
Hoy día, los efectos virales de la masificación; los esfuerzos de la industria del consumo por crear íconos desde la mercancía y la debilidad en el apoyo a una política pública vigorosa, son factores que amenazan las manifestaciones culturales diversas de la identidad nacional, favorecen un entorno que se vuelve más amenazante ante la casi absoluta ausencia de un papel protagónico y difusor de los medios de comunicación acerca de los temas culturales y de los asentamientos básicos de la identidad.
¿Qué factores hacen que el programa Informe 11 se constituya en un factor diferenciador y constructor activo de la identidad costarricense?
Las respuestas las obtenemos en las justificaciones del Jurado del Premio Nacional “Joaquín García Monge” a la divulgación cultural 2012 (jurado formado por los periodistas Lorna Chacón Martínez, Rocío Álvarez Olaso y Boris Ramírez Vega)
• Desde el 26 de junio del 2000 y hasta la fecha es un esfuerzo difusor de las diversas muestras de la cultura costarricense que aporta a la construcción de la identidad nacional.
• Su formato televisivo con una enorme capacidad de producción, aprovecha un espacio estético pleno de vínculos y significaciones sociales, donde aparece el y la costarricense como protagonista y resguardo de una rica variedad de tradiciones, costumbres, manifestaciones, ideales, aspiraciones de una vida forjada en torno a valores culturales, experiencia y reflexión.
• Su formato de historias basadas en formatos periodísticos de crónicas, entrevistas reportajes y relatos, son un inventario que ha difundido los rasgos de la identidad cultural de Costa Rica desde: Personajes, comidas, tradiciones, arquitectura, comunidades y sus características. Riqueza natural y las múltiples manifestaciones literarias, plásticas, folclore, escultura, cine y fotografía. Rescate de juegos y festividades tradicionales y mitología criolla.
• Como promotor de la cultura Informe 11 ha organizado una serie de programas para rescatar los juegos tradicionales, las tradiciones fundamentales, los valores comunales, la diversidad ambiental y hasta la nutrición autóctona.
Informe 11 destaca valores periodísticos en un ejercicio refrescante, creativo, innovador. Tiene claro su enfoque, anclado el ejercicio de la búsqueda de información, respeta su audiencia televisiva, vincula la producción a las nuevas tecnologías de información y con agenda propia gana en su propia identidad.
Informe 11 es un oasis en donde podemos volver a reconocer que el buen periodismo existe y es posible. Informar es también un ejercicio de formar y de construir.